El placer de expresar

 Hace mucho tiempo acepté como naturaleza propia una especie de necesidad por expresar las cosas que se me pasan por la cabeza. Desde que lo hago, he descubierto los beneficios de hacerlo entre los cuales están dejar de tener esas cosas en mi cabeza y el aporte enriquecedor que da otro punto de vista.

Desde hace unos años a esta parte ese segundo punto de enriquecerme con los aportes ideológicos o puntos de vistas ajenos a mí no aparecen si no invierto un dinero en ello. Aunque realizo las mismas acciones que en su día me enriquecían tanto emocionalmente, no recibo la misma participación.

Esa ausencia ha ido haciéndome experimentar montañas rusas de participar a mi entorno mi interior, expresarlo abiertamente a un público ajeno a mi vida. Vamos, aparecer y desaparecer de las redes sociales de una u otra manera. Como la experiencia no está siendo la misma que hace unos años y ya la participación es bastante escasa ante mis iniciativas, combato a diario con la terrible sensación de la frustración...

Mis preguntas son así (para aclararlas): ¿Para qué hago los encuentros de luna nueva si nadie viene aunque los hago gratis? ¿Por qué me obligo a hacer un podcast? ¿Por qué hago los esfuerzos que no me dan ningún beneficio, ni emocional? Hace tiempo que decidí que no me esforzaría por un beneficio económico, aunque ese punto estuvo sobre la mesa. Pero es que ya no recibo ni un beneficio emocional cuando la gente no me pone en un contrapunto que me obligue a reforzar mi teoría o a cambiarla. Nadie me contradice ni me apoya...

Y sé que hay personas que no lo hacen porque tienen su propio camino, precioso, en el que yo ya no me cruzo y punto. Eso está bien, no quiero que nadie se sienta obligado a tener que estar ahí para que yo no me sienta sola. Porque no estoy sola, simplemente es una sensación de frustración porque mis esfuerzos no reciben su recompensa. Y nadie es responsable de ello. Solo yo puedo tomar mis propias decisiones y ver qué es lo que ocurre en mí para mejorar.

Porque quizás ha llegado el momento de mirarme a los ojos y decirme una gran verdad: ya no eres quien eras. 

Y eso no es malo, soy quien soy ahora. Soy una transformadora nata y a la primera que tengo que transformar es a mí misma. Aceptar quién soy es el principio y sanar en mi ahora las cicatrices que quedan de mi pasado aceptando lo que SON (no lo que han sido) es mi presente. 

Me toca aceptar que no puedo estar haciendo las cosas para que los demás se transformen, si no para transformarme a mí. Aceptar que esto quizás no lo lea nadie, pero lo importante es que yo lo escriba y lo exprese para permitirme esa transformación. Hacerlo no me garantiza nada, pero me siento mejor.

Creo que el post ya es lo suficientemente largo para cualquiera, ¿pero me he quedado bastante a gusto? Pues no, porque me nace hablar de mi transformación desde mi sol a mi ascendente. De cómo esas energías confluyen para ayudarme a ser quien soy y dejar de ser quien era. Porque yo era desde aspectos de esa misma energía distintas a las que me encuentro ahora y esa influencia me parece tan tan tan... alucinante que me encantaría compartirla con alguien. Pero quizás no haya alguien para compartirla, pero yo deseo expresarla.

Expresándola, siento placer... pero ahora mismo ya me he quedado bastante a gusto y quizás vuelva otro día con otra historia, o no.

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